¿Qué ocurre en tu cuerpo y en tu mente cuando tienes estrés?

Si te estás sometiendo a tratamientos de Reproducción Asistida, es posible que sufras un importante nivel de Estrés.

El estrés repercute a nivel físico y a nivel metal.

¿Coges más infecciones, tienes contracturas musculares, sientes palpitaciones, mareos, no tienes apetito, te dan nauseas o incluso has llegado a vomitar, estás pálida, tienes problemas dermatológicos o cuadros catarrales más frecuentemente?, ¿estás cansada, triste, nerviosa?

Si alguno de estos síntomas te resulta familiar, esta lectura puede ayudarte a entender qué está ocurriendo en tu organismo.

Cuando sentimos MIEDO por algún acontecimiento; como puede ser pensar que nunca conseguiré tener éxito en mi tratamiento de Reproducción Asistida, y por lo tanto no podré cumplir mi sueño de tener hijos; se dispara la Adrenalina, y se activan varios dispositivos en nuestro organismo. Éste es un mecanismo de supervivencia que nos prepara para luchar o huir.

Este mecanismo perdura desde la edad de piedra, cuando nuestros antepasados salían de la cueva a cazar y se encontraban con el gran oso cavernario. La respuesta de su organismo era preparase para luchar contra él o para huir, con el fin de sobrevivir.

El estrés afecta a todos los mamíferos, la gran diferencia con el humano es que éste tiene la capacidad de PENSAR.

Una persona puede quedar impactada por una experiencia traumática, que puede durar en su memoria meses o años. Esto se percibe como una AMENAZA. Y cada vez que se piensa en ello, parece que fuera un peligro real. En este momento el cuerpo activa el mecanismo de emergencias del que hablábamos antes, para la lucha o la huida.

Entonces, ¿qué ocurre cuando tu cuerpo se prepara? tus músculos se tensan, el corazón empieza a latir con fuerza, la presión arterial sube, la respiración se vuelve más agitada, la digestión se interrumpe…

Cada uno de estos procesos tiene una finalidad.

La respiración rápida permite que la sangre esté oxigenada, ya que los alveolos pulmonares se abren para la mayor entrada de aire.

Sentimos náuseas y se nos corta la digestión, porque la sangre del sistema digestivo se desvía a los demás músculos del cuerpo para la acción.

La piel se tensa para evitar hemorragias, por ese motivo nos tenemos palidez.

El sistema inmune se organiza en torno a la piel, para que no haya infecciones. De esta manera se produce una sobreestimulación alrededor de la piel, lo que puede provocar procesos como psoriasis y/o alergias.

Al mismo tiempo que todo esto ocurre, hay una desprotección a nivel interno, lo que predispone al organismo a sufrir infecciones del sistema respiratorio o digestivo.

Este es el motivo principal por el que cogemos más gripes cuando estamos preocupados por algo, que cuando estamos en calma; o cuando estamos en la oficina, que cuando estamos esquiando.

Cuando el peligro disminuye, el sistema nervioso activa un proceso de recuperación. La adrenalina da paso al Cortisol, el cual activa el consumo de grasa almacenada para alimentar las necesidades energéticas del organismo, sin necesidad de comer.  Así que puede pasar bastante tiempo hasta que tengas el mismo apetito que antes. Esta es la llamada fase de Resistencia.

Si este estado de activación, perdura en el tiempo, entraremos en una fase de Agotamiento, donde entra en acción la parte mental y se produce el desgaste psicológico. Cuando nos encontramos en esta fase, la recuperación puede ser más larga y costosa.

Por ello, tenemos que evitar que el estrés se mantenga en el tiempo, y comenzar a tratarlo una vez lo hayamos comenzado a percibir, antes de que sea tarde y haya hecho mella en nuestra salud física y mental.

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Olivia de Prado