Olivia de Prado

LAS SEÑALES NO SON SEÑALES, ES TU MENTE BUSCANDO UN PROPOSITO

Antes, cuando parecía ver señales en todas partes, mi vida pendía de un hilo. Y eso me hacía sufrir enormemente. Sentía que nada dependía de mí.

Esperar, buscar, tratar de entender, interpretar…

Entiendo esa necesidad imperiosa tuya por defender con uñas y dientes tus emociones,

Entiendo tu enfado cuando los demás invalidan o minimizan tu dolor,

Entiendo tu hastío al tratar que los demás empaticen un mínimo y respeten cómo te sientes,

Entiendo tu frustración, rabia o aislamiento cuando decides que ya no lo vas a compartir más, que te lo vas a quedar y te lo vas a guardar para ti.

Cuanto más traten de minusvalorar tus emociones, éstas más pelearán porque se las atienda.

Cuanto más se trate de empujar un balón debajo del agua, para contenerlo y que no se escape, con más fuerza saldrá.

Las emociones están para algo.

Negarlas, las hace más fuertes.

Aceptarlas, las transforma.

Si no te sientes validada por personas que te importan, puedes sugerirles que únicamente TE RESPETEN o puedes incluso optar por tomar distancia para protegerte.

Puedes decirles que eviten infravalorar lo que sientes porque, para ti, es realmente importante. Y que tal vez, si se limitaran a escuchar, en lugar de aconsejar, te ayudarían mucho más.

No tienes por qué escuchar perlas como

  • “hay cosas peores,
  • no te preocupes,
  • no es para tanto,
  • si sigues así será peor,
  • tienes un montón de cosas,
  • no se acaba el mundo”

… y todo ese repertorio de lindezas; que lejos de ayudarte, te cargan de presión.

 

Afortunadamente hay otros días, otras personas, otras cosas… Elije con quién quieres compartir. Decide si quieres permanecer ahí, o irte.

Estás en tu derecho de sacar la pancarta tantas veces como quieras. Esto es algo que siempre hablo con mis pacientes. Otra cosa es que te escuchen cuando la sacas.

Por eso, es conveniente saber con quién la vas a sacar, porque si necesitas sentirte atendida o sostenida, y si tal vez la sacas con las personas inadecuadas, te vas a frustrar más…

Ojalá llegue el día en que no necesites la validación de los demás para continuar; ese día que con la tuya propia baste y sea suficiente para sentirte bien.

Porque entonces significará que, por fin, has empezado a  gestionar tus emociones y aprendido a convivir con ellas.

 

Buscaba respuestas donde no las había y señales donde no existía nada más que casualidad.

 

Después de descubrir que lo que generaba efectos era la causalidad, en lugar de la casualidad, me enfoqué en caminar con otra mirada hacia las circunstancias que iban aconteciendo en mi vida.

 

Comencé a generar yo misma los cambios, olvidándome de enfocarme en aquellas interpretaciones mías denominadas “señales”.

 

El arcoíris era una de esas señales que me hacían creer que aquello que deseaba estaba cada vez más cerca. Cuantos arcoíris pude coleccionar soñando que mi deseo pronto se haría realidad!

 

Después de despertar de aquellos ansiados sueños no cumplidos, comencé a mirar los arcoíris con otros ojos, menos ingenuos, menos inocentes, más desconfiados.

 

Con el tiempo aprendí a caminar manejándome entre días soleados y otros tantos nublados. Descubriendo que después de una tormenta “aparentemente interminable”, siempre asoma un diminuto rayo de sol, que transforma el escenario melancólico y gris, en sendas de colores.

 

Comprobé que escuchar mi voz interior y seguir su instinto, me ayudó a escribir nuevas páginas de una forma diferente a como las hubiera escrito en anteriores ocasiones…

 

“Resiliencia” , me susurro suavemente cuando algo se presenta inesperado, “resiliencia…”

 

Cada vocal y consonante de esta palabra calan hondo mi sentir; porque de eso trata la vida, de aprender, descubrir, llorar y reír. De saber esperar y sobretodo escuchar, de estar atenta a lo que ocurre ahí fuera y  también aquí dentro, y de acoger cada circunstancia, aunque no me guste, porque a veces, no queda otra que abrazar lo que no eliges, pero te toca.

 

Porque sin ser dueña de mis circunstancias, soy poseedora de la mirada que ponga en ellas.

 

Quizás no te imaginaste hoy así, pero ahí estás, en pie, más, o menos quebrada, pero aquí estás.

 

Cada senda por la que caminas es una nueva oportunidad, hay tantas salidas como colores…

 

No lo olvides, cada color es un nuevo capítulo de tu vida.

 

De cómo un acontecimiento adverso; como puede ser una pérdida; se puede transformar en una nueva oportunidad para vivir.

Olivia de Prado.
Acreditada como Psicóloga General Sanitaria por el Gobierno Vasco. Autorización Sanitaria del Gobierno Vasco Nº 48C.2.2.9753
Psicóloga Experta en Infertilidad y Reproducción Asistida.
Psicóloga Especialista en Intervencion de la Ansiedad y el Estrés.
Psicóloga Especialista en Salud Mental Perinatal.
Psicóloga Especialista en Elaboración de Proccesos de DUELO.
Sexóloga clínica.
Miembro colegiado del Colegio Oficial de Psicólogos de Bizkaia. Psicóloga colegiada num. BI04350
Es miembro de la Sociedad Española de Fertilidad.
Es miembro de la Sociedad Española de Psicología Perinatal.

						

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LAS SEÑALES NO SON SEÑALES, ES TU MENTE BUSCANDO UN PROPOSITO

Antes, cuando parecía ver señales en todas partes, mi vida pendía de un hilo. Y eso me hacía sufrir enormemente. Sentía que nada dependía de mí.

Esperar, buscar, tratar de entender, interpretar…

Entiendo esa necesidad imperiosa tuya por defender con uñas y dientes tus emociones,

Entiendo tu enfado cuando los demás invalidan o minimizan tu dolor,

Entiendo tu hastío al tratar que los demás empaticen un mínimo y respeten cómo te sientes,

Entiendo tu frustración, rabia o aislamiento cuando decides que ya no lo vas a compartir más, que te lo vas a quedar y te lo vas a guardar para ti.

Cuanto más traten de minusvalorar tus emociones, éstas más pelearán porque se las atienda.

Cuanto más se trate de empujar un balón debajo del agua, para contenerlo y que no se escape, con más fuerza saldrá.

Las emociones están para algo.

Negarlas, las hace más fuertes.

Aceptarlas, las transforma.

Si no te sientes validada por personas que te importan, puedes sugerirles que únicamente TE RESPETEN o puedes incluso optar por tomar distancia para protegerte.

Puedes decirles que eviten infravalorar lo que sientes porque, para ti, es realmente importante. Y que tal vez, si se limitaran a escuchar, en lugar de aconsejar, te ayudarían mucho más.

No tienes por qué escuchar perlas como

  • “hay cosas peores,
  • no te preocupes,
  • no es para tanto,
  • si sigues así será peor,
  • tienes un montón de cosas,
  • no se acaba el mundo”

… y todo ese repertorio de lindezas; que lejos de ayudarte, te cargan de presión.

 

Afortunadamente hay otros días, otras personas, otras cosas… Elije con quién quieres compartir. Decide si quieres permanecer ahí, o irte.

Estás en tu derecho de sacar la pancarta tantas veces como quieras. Esto es algo que siempre hablo con mis pacientes. Otra cosa es que te escuchen cuando la sacas.

Por eso, es conveniente saber con quién la vas a sacar, porque si necesitas sentirte atendida o sostenida, y si tal vez la sacas con las personas inadecuadas, te vas a frustrar más…

Ojalá llegue el día en que no necesites la validación de los demás para continuar; ese día que con la tuya propia baste y sea suficiente para sentirte bien.

Porque entonces significará que, por fin, has empezado a  gestionar tus emociones y aprendido a convivir con ellas.

 

Buscaba respuestas donde no las había y señales donde no existía nada más que casualidad.

 

Después de descubrir que lo que generaba efectos era la causalidad, en lugar de la casualidad, me enfoqué en caminar con otra mirada hacia las circunstancias que iban aconteciendo en mi vida.

 

Comencé a generar yo misma los cambios, olvidándome de enfocarme en aquellas interpretaciones mías denominadas “señales”.

 

El arcoíris era una de esas señales que me hacían creer que aquello que deseaba estaba cada vez más cerca. Cuantos arcoíris pude coleccionar soñando que mi deseo pronto se haría realidad!

 

Después de despertar de aquellos ansiados sueños no cumplidos, comencé a mirar los arcoíris con otros ojos, menos ingenuos, menos inocentes, más desconfiados.

 

Con el tiempo aprendí a caminar manejándome entre días soleados y otros tantos nublados. Descubriendo que después de una tormenta “aparentemente interminable”, siempre asoma un diminuto rayo de sol, que transforma el escenario melancólico y gris, en sendas de colores.

 

Comprobé que escuchar mi voz interior y seguir su instinto, me ayudó a escribir nuevas páginas de una forma diferente a como las hubiera escrito en anteriores ocasiones…

 

“Resiliencia” , me susurro suavemente cuando algo se presenta inesperado, “resiliencia…”

 

Cada vocal y consonante de esta palabra calan hondo mi sentir; porque de eso trata la vida, de aprender, descubrir, llorar y reír. De saber esperar y sobretodo escuchar, de estar atenta a lo que ocurre ahí fuera y  también aquí dentro, y de acoger cada circunstancia, aunque no me guste, porque a veces, no queda otra que abrazar lo que no eliges, pero te toca.

 

Porque sin ser dueña de mis circunstancias, soy poseedora de la mirada que ponga en ellas.

 

Quizás no te imaginaste hoy así, pero ahí estás, en pie, más, o menos quebrada, pero aquí estás.

 

Cada senda por la que caminas es una nueva oportunidad, hay tantas salidas como colores…

 

No lo olvides, cada color es un nuevo capítulo de tu vida.

 

De cómo un acontecimiento adverso; como puede ser una pérdida; se puede transformar en una nueva oportunidad para vivir.

Olivia de Prado.
Acreditada como Psicóloga General Sanitaria por el Gobierno Vasco. Autorización Sanitaria del Gobierno Vasco Nº 48C.2.2.9753
Psicóloga Experta en Infertilidad y Reproducción Asistida.
Psicóloga Especialista en Intervencion de la Ansiedad y el Estrés.
Psicóloga Especialista en Salud Mental Perinatal.
Psicóloga Especialista en Elaboración de Proccesos de DUELO.
Sexóloga clínica.
Miembro colegiado del Colegio Oficial de Psicólogos de Bizkaia. Psicóloga colegiada num. BI04350
Es miembro de la Sociedad Española de Fertilidad.
Es miembro de la Sociedad Española de Psicología Perinatal.

						

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