Algunas veces los momentos inesperados están determinados por decisiones ajenas. Pongámonos en la tesitura de llegar al punto en que debemos aceptar la condición de tener una vida sin hijos porque un médico especialista nos ha dicho que nos resultará imposible tener descendencia de forma natural.

(Por supuesto que también existen otras opciones de formar una familia, como la adopción entre otras, pero es un tema que trataremos en otra ocasión)

Por mucho que nosotros sigamos empeñados en continuar con los tratamientos de Reproducción Asistida (R.A.)  una y otra vez, si el diagnóstico es correcto, estaremos dándonos de frente contra un muro de piedra, y lo que conseguiremos será desgastarnos psicológicamente hasta llegar al punto de enfermar. Por ello debemos poseer las herramientas y la fortaleza para hacer frente a una situación de estas características, por si se diera el caso.

Hace unos días una paciente de Reproducción Asistida contactó conmigo para comentarme que le resultaba francamente difícil aceptar la realidad de una vida sin hijos. Ya había pasado por varios tratamientos de R.A. sin conseguir quedarse embarazada y los médicos no le daban prácticamente ninguna esperanza. Sus palabras fueron exactamente: “¿cómo se hace para sobrevivir a este momento en la vida?”

Se me partió el alma, porque utilizar el verbo sobrevivir, me permitió imaginarme el grado de afectación emocional que estaban sufriendo ella y su pareja. Para buscar una supervivencia entiendo que la percepción de su situación era de “no poder seguir viviendo de esta manera” …

Por eso, lo más importante es la PERCEPCIÓN que tengamos sobre las cosas. Si nuestra percepción es de “no puedo seguir viviendo así, si no consigo tener hijos no podré ser nunca feliz”, nuestras emociones irán en consonancia con esta impresión. Generalmente desencadenará sentimientos de tristeza, desesperanza, derrotismo, infelicidad…

En cambio, si nuestra percepción fuera “es una verdadera faena no poder hacer realidad mi sueño de ser madre, pero también puedo vivir una vida plena y llena de felicidad de otra manera, sin hijos”, de esta forma podríamos sentirnos más en calma a pesar de no poder cumplir un proyecto tan importante.

La perspectiva desde la que se ven las cosas cambia nuestra manera de sentir y de actuar. Planteémonos ver las cosas desde otro prisma. Si no podemos hacer algo o vivir de cierta manera, hagámoslo de otra, siendo igual de felices.

Para todas las que estéis pasando por un momento similar, deciros que, por supuesto se puede vivir felizmente sin hijos; y si tienes que renunciar a este proyecto de vida que tenías planeado, la terapia puede ayudarte.

Conozco personas y parejas que han tenido que tomar la decisión de decir basta a una búsqueda interminable, con y sin tratamientos de R. A.; y una vez aceptada la situación, son plenamente felices.

Las personas que continúan su camino sin hijos, buscan otras alternativas de vida y disfrutan de su existencia de otra manera. Generalmente comienzan a hacer cosas que hasta el momento no se habían planteado, como llevar a cabo un nuevo proyecto laboral inimaginable o viajar alrededor del mundo. Se trata de buscar aquellas cosas que te hagan feliz y te permitan sentirte agradecido por la vida.

Piensa en todos aquellos planes que querías hacer antes de iniciar la busqueda de tu embarazo, y que dejaste en el tintero… sería una buena idea retomarlos, ¿no te parece?

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Gracias por compartir.

Olivia de Prado