Olivia de Prado

CONFíA…

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A menudo me encuentro en la consulta con personas a las que les cuesta confiar. Bien porque se han sentido traicionados a lo largo de su vida, bien porque nunca han experimentado la sensación de confiar en alguien (esta última situación es lo menos habitual, pero también existen casos de este tipo).

La confianza es el pilar fundamental de las relaciones. Si no hay confianza, la relación no se asienta sobre bases sólidas y generalmente llegará un momento que quiebre.

¿Es posible construir la confianza?

 

¿Cómo puedes lograr que los demás confíen en ti?, y ¿confiar en los demás?

Por suerte existen algunas claves para fomentar la confianza de los demás en uno mismo, te las comparto a continuación;

Podrías empezar por conocer tu nivel de autenticidad, descubriendo la persona que habita en ti y respondiendo a algunas cuestiones como: “¿me muestro tal y como soy con los demás, sin caretas sociales?, ¿la gente percibe mi autenticidad y naturalidad?”. Si la respuesta es SÍ, entonces lo tendrás más fácil.

Cuando entables conversaciones con los demás puedes hacer uso de frases como “bajo mi punto de vista…”, “a mí me parece…”, “mis sensaciones son…”, mostrando tu opinión siempre transparente, sin imposiciones.

Compartir experiencias personales también ayuda a estrechar relaciones. Compartir las mismas emociones da un sentido de “pertenencia al grupo” y aporta sensación de seguridad.

Practica la Escucha activa, estando presente física e intencionadamente cuando estás conversando con otra persona, evitando las distracciones. Como, por ejemplo, quitar el móvil de encima de la mesa. De esta manera tu mirada y tu escucha están plenamente presentes. Si retiras cualquier distractor, le estás diciendo a la persona con quien estás, tú ahora eres lo más importante para mí, todo lo demás puede esperar, no puede pasar nada tan urgente que tenga que ser atendido en estos minutos que vamos a pasar juntos.

Mira a los ojos. Mantener la mirada muestra seguridad y permite conectaros emocionalmente.

Utiliza el nombre de pila de la otra persona, esto genera cercanía.

Se siempre sincero, que no te pillen en ningún renuncio, si no la confianza se puede debilitar.

Es muy importante el lenguaje no verbal: tu postura, tu sonrisa, tu mirada, tus gestos, tu tono de voz.

Aquí tienes unas cuantas maneras de fomentar la confianza.

Ahora sólo queda ponerte manos a la obra, para adquirir un hábito, es imprescindible la práctica. Si eres muy bueno buscando fallos, siempre acabarás encontrando fallos; si eres muy bueno enfadándote, siempre encontrarás motivos para estar enfadado; si eres muy bueno teniendo sentido del humor, siempre encontrarás momentos para reír; si eres muy bueno sonriendo, siempre contagiarás tu alegría.

¿Tú en qué quieres ser bueno?

¿Quieres conseguir la confianza de los demás? Practícala. Después de un tiempo ya no tendrás que forzar estas actitudes, sino que saldrán solas. La repetición crea hábitos.

Por otra parte, si quieres aprender a confiar en los demás, puedes empezar por entender el significado de la palabra confianza.

Confianza significa “CON FE”.

Todos sabemos que la fe se manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad.

La confianza requiere valor. El valor de fiarse del otro. Supone asumir un riesgo, el riesgo de exponer tu propia vulnerabilidad.

Entiendo que a algunas personas les cueste tener fe en alguien, sin que haya evidencias que demuestren que puede hacerlo. Porque pensarán ¿Cómo voy a arriesgarme?

Es fundamental aprender a gestionar tus dudas previamente. De lo contrario el miedo te bloqueará antes de empezar el trabajo personal.

A nadie nos gusta vivir en la duda. Pero es importante tener en cuenta que cuando sentimos incertidumbre, generalmente nos olvidamos que esto puede ser muy saludable para crecer, para progresar; porque nos enseña otra forma de pensar y de buscar alternativas.

Nuestras dudas, son los límites que nos ponemos nosotros mismos, y al mismo tiempo son nuestras posibilidades.

Encontrar el equilibrio interior nos puede ayudar con nuestra incertidumbre. Nos ayuda a aceptar que no siempre vamos a tener respuesta para todo.

Muchas veces nos preguntamos ¿cómo puedo confiar en esta persona, si no la conozco?

Aparece el miedo al fracaso, a la frustración, a perder el tiempo, miedo a que nos vuelvan a fallar.

Hay cosas que no dependen de nosotros y otras cosas que sí podemos controlar. Teniendo estos aspectos claros, entonces podemos aprender a contemplar la incertidumbre sin sentirnos mal.

A veces no sabemos cómo reaccionar antes situaciones de incertidumbre, pocas veces se nos ha preparado para ello.

¿Como podemos encontrar el bienestar en situaciones que no resultan del todo gratificantes?

Generalmente la tendencia inicial es anticipar lo malo, ponernos en el peor de los escenarios para prepararnos para el golpe. Pero no somos conscientes de que de esta forma no sólo no lo vamos a amortiguar, porque cuando llegue sufriré igualmente; sino que además estoy anticipándome tanto que, por el camino, me estoy centrando en el malestar y estoy dejando de vivir otras cosas que me pueden aportar sensaciones placenteras.

¿Entonces cómo gestionar la incertidumbre? Yo en la consulta, trabajo con mis pacientes la Prevención de Respuesta.

¿Qué es esto? Se trata de valorar las posibles alternativas con las que contamos. Contemplando todos les escenarios y previendo como me proyecto en cada uno de ellos. Esto me ayuda a valorar como me siento en cada una de las alternativas con las que cuento de manera anticipada y me aporta calma y tranquilidad. Sabiendo que todo no es tan catastrófico como lo imaginaba. Muchas veces la imaginación vuela a velocidad del rayo y hemos de saber frenarla, dándole soluciones alternativas que nos aporten sensación de control de la situación.

Cuando comenzamos con la búsqueda de soluciones alternativas ante una situación que nos resulta incómoda, muchas veces, nos da pereza enfrentarnos a la situación, y tendemos a buscar excusas de tipo “no tengo tiempo, yo soy así”, cuando en realidad lo que nos pasa es que nos da miedo <<abrir un melón>>.

Abrir un melón en términos psicológicos hace referencia al momento en que soy consciente de algo importante que se encuentra en mi interior, generalmente en el subconsciente o en la inconsciencia y me siento desbordado sin saber cómo manejar esta situación.

Entonces tiramos de excusas que nos permiten sentirnos seguros en nuestra zona confortable. No se trata de acertar a la primera. No pasa nada por fallar. Debemos permitirnos cometer errores. Siempre existen las segundas oportunidades. Y volver a intentarlo es de valientes, de personas que se esfuerzan por cambiar sus circunstancias. Nadie nace sabiendo.

Lo que se interpone entre tu vida y tú, son tus excusas.

La vida con sentido, quizás pueda ser menos cómoda, porque requiere de responsabilidad y esfuerzo. El esfuerzo por hacer un cambio y salir de tu zona confortable.

¿Puedes detenerte unos instantes a reflexionar acerca de ello?

¿Qué es lo importante para ti?, ¿qué te hace feliz?, ¿qué te genera calma?, ¿qué quieres para tu vida? Las respuestas a estas preguntas son lo que dan sentido a tu vida.

Si te encuentras por el camino con personas vitamina que te aportan bienestar, alegría, optimismo, tranquilidad, que tengan un sentido común al tuyo; te animo a que busques compartir tiempo con ellas, comparte momentos con ellas, porque sentirás que te enriqueces a través de sus experiencias.

Cuando te sientes conectado con otras personas que te proporcionan ilusión, calma y bienestar parece que todo comienza a cobrar sentido. Entonces es cuando sientes la confianza verdadera. Y comienzas a soltar amarras.

Es momento de dejarte llevar por tus sensaciones, sin represión. Confía.

Si crees que este post puede ayudar a otras personas, puedes compartirlo en las redes sociales.

Gracias por compartir.

Olivia de Prado

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A menudo me encuentro en la consulta con personas a las que les cuesta confiar. Bien porque se han sentido traicionados a lo largo de su vida, bien porque nunca han experimentado la sensación de confiar en alguien (esta última situación es lo menos habitual, pero también existen casos de este tipo).

La confianza es el pilar fundamental de las relaciones. Si no hay confianza, la relación no se asienta sobre bases sólidas y generalmente llegará un momento que quiebre.

¿Es posible construir la confianza?

 

¿Cómo puedes lograr que los demás confíen en ti?, y ¿confiar en los demás?

Por suerte existen algunas claves para fomentar la confianza de los demás en uno mismo, te las comparto a continuación;

Podrías empezar por conocer tu nivel de autenticidad, descubriendo la persona que habita en ti y respondiendo a algunas cuestiones como: “¿me muestro tal y como soy con los demás, sin caretas sociales?, ¿la gente percibe mi autenticidad y naturalidad?”. Si la respuesta es SÍ, entonces lo tendrás más fácil.

Cuando entables conversaciones con los demás puedes hacer uso de frases como “bajo mi punto de vista…”, “a mí me parece…”, “mis sensaciones son…”, mostrando tu opinión siempre transparente, sin imposiciones.

Compartir experiencias personales también ayuda a estrechar relaciones. Compartir las mismas emociones da un sentido de “pertenencia al grupo” y aporta sensación de seguridad.

Practica la Escucha activa, estando presente física e intencionadamente cuando estás conversando con otra persona, evitando las distracciones. Como, por ejemplo, quitar el móvil de encima de la mesa. De esta manera tu mirada y tu escucha están plenamente presentes. Si retiras cualquier distractor, le estás diciendo a la persona con quien estás, tú ahora eres lo más importante para mí, todo lo demás puede esperar, no puede pasar nada tan urgente que tenga que ser atendido en estos minutos que vamos a pasar juntos.

Mira a los ojos. Mantener la mirada muestra seguridad y permite conectaros emocionalmente.

Utiliza el nombre de pila de la otra persona, esto genera cercanía.

Se siempre sincero, que no te pillen en ningún renuncio, si no la confianza se puede debilitar.

Es muy importante el lenguaje no verbal: tu postura, tu sonrisa, tu mirada, tus gestos, tu tono de voz.

Aquí tienes unas cuantas maneras de fomentar la confianza.

Ahora sólo queda ponerte manos a la obra, para adquirir un hábito, es imprescindible la práctica. Si eres muy bueno buscando fallos, siempre acabarás encontrando fallos; si eres muy bueno enfadándote, siempre encontrarás motivos para estar enfadado; si eres muy bueno teniendo sentido del humor, siempre encontrarás momentos para reír; si eres muy bueno sonriendo, siempre contagiarás tu alegría.

¿Tú en qué quieres ser bueno?

¿Quieres conseguir la confianza de los demás? Practícala. Después de un tiempo ya no tendrás que forzar estas actitudes, sino que saldrán solas. La repetición crea hábitos.

Por otra parte, si quieres aprender a confiar en los demás, puedes empezar por entender el significado de la palabra confianza.

Confianza significa “CON FE”.

Todos sabemos que la fe se manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad.

La confianza requiere valor. El valor de fiarse del otro. Supone asumir un riesgo, el riesgo de exponer tu propia vulnerabilidad.

Entiendo que a algunas personas les cueste tener fe en alguien, sin que haya evidencias que demuestren que puede hacerlo. Porque pensarán ¿Cómo voy a arriesgarme?

Es fundamental aprender a gestionar tus dudas previamente. De lo contrario el miedo te bloqueará antes de empezar el trabajo personal.

A nadie nos gusta vivir en la duda. Pero es importante tener en cuenta que cuando sentimos incertidumbre, generalmente nos olvidamos que esto puede ser muy saludable para crecer, para progresar; porque nos enseña otra forma de pensar y de buscar alternativas.

Nuestras dudas, son los límites que nos ponemos nosotros mismos, y al mismo tiempo son nuestras posibilidades.

Encontrar el equilibrio interior nos puede ayudar con nuestra incertidumbre. Nos ayuda a aceptar que no siempre vamos a tener respuesta para todo.

Muchas veces nos preguntamos ¿cómo puedo confiar en esta persona, si no la conozco?

Aparece el miedo al fracaso, a la frustración, a perder el tiempo, miedo a que nos vuelvan a fallar.

Hay cosas que no dependen de nosotros y otras cosas que sí podemos controlar. Teniendo estos aspectos claros, entonces podemos aprender a contemplar la incertidumbre sin sentirnos mal.

A veces no sabemos cómo reaccionar antes situaciones de incertidumbre, pocas veces se nos ha preparado para ello.

¿Como podemos encontrar el bienestar en situaciones que no resultan del todo gratificantes?

Generalmente la tendencia inicial es anticipar lo malo, ponernos en el peor de los escenarios para prepararnos para el golpe. Pero no somos conscientes de que de esta forma no sólo no lo vamos a amortiguar, porque cuando llegue sufriré igualmente; sino que además estoy anticipándome tanto que, por el camino, me estoy centrando en el malestar y estoy dejando de vivir otras cosas que me pueden aportar sensaciones placenteras.

¿Entonces cómo gestionar la incertidumbre? Yo en la consulta, trabajo con mis pacientes la Prevención de Respuesta.

¿Qué es esto? Se trata de valorar las posibles alternativas con las que contamos. Contemplando todos les escenarios y previendo como me proyecto en cada uno de ellos. Esto me ayuda a valorar como me siento en cada una de las alternativas con las que cuento de manera anticipada y me aporta calma y tranquilidad. Sabiendo que todo no es tan catastrófico como lo imaginaba. Muchas veces la imaginación vuela a velocidad del rayo y hemos de saber frenarla, dándole soluciones alternativas que nos aporten sensación de control de la situación.

Cuando comenzamos con la búsqueda de soluciones alternativas ante una situación que nos resulta incómoda, muchas veces, nos da pereza enfrentarnos a la situación, y tendemos a buscar excusas de tipo “no tengo tiempo, yo soy así”, cuando en realidad lo que nos pasa es que nos da miedo <<abrir un melón>>.

Abrir un melón en términos psicológicos hace referencia al momento en que soy consciente de algo importante que se encuentra en mi interior, generalmente en el subconsciente o en la inconsciencia y me siento desbordado sin saber cómo manejar esta situación.

Entonces tiramos de excusas que nos permiten sentirnos seguros en nuestra zona confortable. No se trata de acertar a la primera. No pasa nada por fallar. Debemos permitirnos cometer errores. Siempre existen las segundas oportunidades. Y volver a intentarlo es de valientes, de personas que se esfuerzan por cambiar sus circunstancias. Nadie nace sabiendo.

Lo que se interpone entre tu vida y tú, son tus excusas.

La vida con sentido, quizás pueda ser menos cómoda, porque requiere de responsabilidad y esfuerzo. El esfuerzo por hacer un cambio y salir de tu zona confortable.

¿Puedes detenerte unos instantes a reflexionar acerca de ello?

¿Qué es lo importante para ti?, ¿qué te hace feliz?, ¿qué te genera calma?, ¿qué quieres para tu vida? Las respuestas a estas preguntas son lo que dan sentido a tu vida.

Si te encuentras por el camino con personas vitamina que te aportan bienestar, alegría, optimismo, tranquilidad, que tengan un sentido común al tuyo; te animo a que busques compartir tiempo con ellas, comparte momentos con ellas, porque sentirás que te enriqueces a través de sus experiencias.

Cuando te sientes conectado con otras personas que te proporcionan ilusión, calma y bienestar parece que todo comienza a cobrar sentido. Entonces es cuando sientes la confianza verdadera. Y comienzas a soltar amarras.

Es momento de dejarte llevar por tus sensaciones, sin represión. Confía.

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