La vida es cíclica. Si estás arriba, disfruta. Si estás abajo, confía.
Ayer me fui a un maravilloso lugar que me carga las pilas.
Era uno de esos días que te falta el aliento y necesitas irte lejos de todo y todos, aunque sea por un momento.
No conozco a nadie que no esté peleándo una batalla en su vida.
Paseando por la orilla del mar me encontré casualmente a una “compañera de banquillo” de mi época en Reproducción Asistida.
Hace más de 10 años estábamos allí las 2, encontrándonos cada ciclo en aquella desangelada sala de espera del hospital universitario de Cruces.
Compartimos tantos momentos juntas, que nos hicimos amigas. Estábamos viviendo la misma situación, y eso une más que cualquier otra cosa. Porque te sientes comprendida, y la comprensión es el mayor de los alivios.
En estos años la vida nos ha traído cosas y se ha llevado otras.
Me compartía que aunque se apartó del camino hace ya algún tiempo, de vez en cuando, aún continúa doliendo…
¿Cómo no va a doler? -Le dije- Es natural que sea así.
Las renuncias no son fáciles de transitar.
Yo siempre les digo a mis pacientes que la aceptación es un proceso para toda la vida.
Que lo que aceptas hoy, tienes que volver a aceptarlo mañana.
Y así cada día.
Pero el dolor no es el mismo, el sentir se transforma, no es igual de intenso, ni duradero, ni asfixiante que en los comienzos.
Ahora la vida nos azota con otras cuestiones, ni más ni menos importantes.
Otras, diferentes.
A ella, a mi, a todas.
De esto va la vida- le dije- de subidas y bajadas. Y aunque ahora estamos aquí, mañana estaremos allí.
Así que, si estás arriba ahora, disfruta, bébete la vida y si estás abajo, que sepas que la cresta de la ola está a la vuelta de la esquina.
Confía.
La vida es cíclica. Si estás arriba, disfruta. Si estás abajo, confía.
Ayer me fui a un maravilloso lugar que me carga las pilas.
Era uno de esos días que te falta el aliento y necesitas irte lejos de todo y todos, aunque sea por un momento.
No conozco a nadie que no esté peleándo una batalla en su vida.
Paseando por la orilla del mar me encontré casualmente a una “compañera de banquillo” de mi época en Reproducción Asistida.
Hace más de 10 años estábamos allí las 2, encontrándonos cada ciclo en aquella desangelada sala de espera del hospital universitario de Cruces.
Compartimos tantos momentos juntas, que nos hicimos amigas. Estábamos viviendo la misma situación, y eso une más que cualquier otra cosa. Porque te sientes comprendida, y la comprensión es el mayor de los alivios.
En estos años la vida nos ha traído cosas y se ha llevado otras.
Me compartía que aunque se apartó del camino hace ya algún tiempo, de vez en cuando, aún continúa doliendo…
¿Cómo no va a doler? -Le dije- Es natural que sea así.
Las renuncias no son fáciles de transitar.
Yo siempre les digo a mis pacientes que la aceptación es un proceso para toda la vida.
Que lo que aceptas hoy, tienes que volver a aceptarlo mañana.
Y así cada día.
Pero el dolor no es el mismo, el sentir se transforma, no es igual de intenso, ni duradero, ni asfixiante que en los comienzos.
Ahora la vida nos azota con otras cuestiones, ni más ni menos importantes.
Otras, diferentes.
A ella, a mi, a todas.
De esto va la vida- le dije- de subidas y bajadas. Y aunque ahora estamos aquí, mañana estaremos allí.
Así que, si estás arriba ahora, disfruta, bébete la vida y si estás abajo, que sepas que la cresta de la ola está a la vuelta de la esquina.
Confía.