Olivia de Prado

Los TRA afectan a la comunicación en la pareja.

comunicacion

Como ya he comentado en anteriores ocasiones, la infertilidad supone una crisis vital importante en la persona y en la pareja, provocando un fuerte impacto a nivel emocional, físico, social, económico, espiritual, sexual…

En algunas ocasiones, los recursos con los que cuenta la pareja que sufre infertilidad, no son suficientes o no son los adecuados para adaptarse a esta situación, lo que complica la tesitura y puede dar lugar a estados de ánimo ansiosos o depresivos.

En este proceso de adaptación a la situación, habitualmente surgen dificultades en la relación, que pueden generar mayor tensión, distanciamiento e incluso ruptura en la pareja.

Uno de los efectos más visibles asociados a la infertilidad son las dificultades en la comunicación interpersonal. En la relación de pareja, la comunicación se ve indudablemente afectada.

La incapacidad para comunicarse de manera adecuada puede aumentar durante los tratamientos de Reproducción Asistida, como consecuencia del elevado estrés experimentado por la pareja.

A menudo, me encuentro en la consulta con parejas en las que uno de los miembros, con la intención de proteger al otro y no generar un mayor sufrimiento, no expresa sus emociones de forma espontánea, y hace verdaderos esfuerzos por reprimirlas. Fruto de esta represión en la comunicación, una de las partes puede experimentar sensación de falta de interés, incluso de implicación emocional con el proceso, provocando resentimiento y reproches hacia la pareja; lo que aumenta la angustia y la rigidez en cada uno de sus miembros.

También desde el punto de vista social, las parejas con problemas de infertilidad, asiduamente ven disminuidas sus actividades sociales y por ende la comunicación con sus allegados también se ve afectada.

Sienten que su ritmo es diferente al de su grupo de iguales, los cuales ya tienen hijos; y viven esta situación con gran frustración e impotencia, lo que les impide tener una relación abierta con estas personas que antes formaban parte de su círculo de confianza, provocándoles cierto malestar. Se marcan las distancias y comienzan las fricciones dentro y fuera de la pareja.

Cada uno de los miembros de la pareja, puede tener una necesidad diferente de apoyo social, lo que puede originar otro motivo de tensión.

Sería fundamental promover una comunicación abierta, clara y no agresiva, con el fin de evitar interpretaciones erróneas, y falsas expectativas sobre el comportamiento del otro. De la misma manera se debe aprender a aceptar las vivencias del otro sin resentimiento, aunque no se correspondan con las propias. La pareja tiene que comprender que cada uno puede tener una manera diferente de vivir la situación y respetarla.

Para ello es importante exponer el dolor y las necesidades propias, escuchar y atender las preocupaciones del compañero, así como aceptar la experiencia del otro como válida, sin intentar cambiarla.

Con frecuencia, en estas parejas con dificultades de comunicación, se percibe una falta de comprensión y de apoyo del compañero, lo que genera cierto distanciamiento. Esta situación puede acarrear sentimientos de desilusión, incluso dudas en cuanto a la continuidad de la pareja.

La mayoría de las parejas con problemas de fertilidad, experimentan cambios en su estilo de comunicación, que, en la mayoría de los casos, son circunstanciales, temporales y reversibles, aunque a veces pueden desencadenar desajustes permanentes.

Por este motivo, y para evitar llegar a este punto, es fundamental plantearse poder contar con el apoyo de un profesional de la salud mental, una persona ajena al problema y a la pareja, que la acompañe y les ayude a enfocar la situación con cierta distancia, además de fomentar que haya una buena comunicación, aliviando de este modo el impacto emocional.

Es necesario que los dos miembros de la pareja participen en la terapia, ya que cada uno de ellos ha contribuido con su comportamiento a generar dificultades en la relación y comunicación; y que trabajen en la misma línea para conseguir un cambio de forma conjunta. El objetivo principal, será, mejorar la comunicación en la pareja, para que ésta sea abierta y trasparente.

Si crees que este post puede ayudar a otras personas, puedes compartirlo en las redes sociales.

Gracias por compartir.

Olivia de Prado

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Como ya he comentado en anteriores ocasiones, la infertilidad supone una crisis vital importante en la persona y en la pareja, provocando un fuerte impacto a nivel emocional, físico, social, económico, espiritual, sexual…

En algunas ocasiones, los recursos con los que cuenta la pareja que sufre infertilidad, no son suficientes o no son los adecuados para adaptarse a esta situación, lo que complica la tesitura y puede dar lugar a estados de ánimo ansiosos o depresivos.

En este proceso de adaptación a la situación, habitualmente surgen dificultades en la relación, que pueden generar mayor tensión, distanciamiento e incluso ruptura en la pareja.

Uno de los efectos más visibles asociados a la infertilidad son las dificultades en la comunicación interpersonal. En la relación de pareja, la comunicación se ve indudablemente afectada.

La incapacidad para comunicarse de manera adecuada puede aumentar durante los tratamientos de Reproducción Asistida, como consecuencia del elevado estrés experimentado por la pareja.

A menudo, me encuentro en la consulta con parejas en las que uno de los miembros, con la intención de proteger al otro y no generar un mayor sufrimiento, no expresa sus emociones de forma espontánea, y hace verdaderos esfuerzos por reprimirlas. Fruto de esta represión en la comunicación, una de las partes puede experimentar sensación de falta de interés, incluso de implicación emocional con el proceso, provocando resentimiento y reproches hacia la pareja; lo que aumenta la angustia y la rigidez en cada uno de sus miembros.

También desde el punto de vista social, las parejas con problemas de infertilidad, asiduamente ven disminuidas sus actividades sociales y por ende la comunicación con sus allegados también se ve afectada.

Sienten que su ritmo es diferente al de su grupo de iguales, los cuales ya tienen hijos; y viven esta situación con gran frustración e impotencia, lo que les impide tener una relación abierta con estas personas que antes formaban parte de su círculo de confianza, provocándoles cierto malestar. Se marcan las distancias y comienzan las fricciones dentro y fuera de la pareja.

Cada uno de los miembros de la pareja, puede tener una necesidad diferente de apoyo social, lo que puede originar otro motivo de tensión.

Sería fundamental promover una comunicación abierta, clara y no agresiva, con el fin de evitar interpretaciones erróneas, y falsas expectativas sobre el comportamiento del otro. De la misma manera se debe aprender a aceptar las vivencias del otro sin resentimiento, aunque no se correspondan con las propias. La pareja tiene que comprender que cada uno puede tener una manera diferente de vivir la situación y respetarla.

Para ello es importante exponer el dolor y las necesidades propias, escuchar y atender las preocupaciones del compañero, así como aceptar la experiencia del otro como válida, sin intentar cambiarla.

Con frecuencia, en estas parejas con dificultades de comunicación, se percibe una falta de comprensión y de apoyo del compañero, lo que genera cierto distanciamiento. Esta situación puede acarrear sentimientos de desilusión, incluso dudas en cuanto a la continuidad de la pareja.

La mayoría de las parejas con problemas de fertilidad, experimentan cambios en su estilo de comunicación, que, en la mayoría de los casos, son circunstanciales, temporales y reversibles, aunque a veces pueden desencadenar desajustes permanentes.

Por este motivo, y para evitar llegar a este punto, es fundamental plantearse poder contar con el apoyo de un profesional de la salud mental, una persona ajena al problema y a la pareja, que la acompañe y les ayude a enfocar la situación con cierta distancia, además de fomentar que haya una buena comunicación, aliviando de este modo el impacto emocional.

Es necesario que los dos miembros de la pareja participen en la terapia, ya que cada uno de ellos ha contribuido con su comportamiento a generar dificultades en la relación y comunicación; y que trabajen en la misma línea para conseguir un cambio de forma conjunta. El objetivo principal, será, mejorar la comunicación en la pareja, para que ésta sea abierta y trasparente.

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