UN CORAZÓN ILUSIONADO.
Los tímidos rayos de sol atraviesan las rendijas por todas las esquinas. Aquí amanece temprano.
Me levanto casi sin hacer ruido, me visto y abro la puerta con sumo cuidado de no despertar a los que todavía duermen.
Bajo, los apenas tres peldaños que me llevan a poner los pies en la tierra del pinar.
El fresco de la mañana me cala hasta los huesos y me acurruco bajo la sudadera que aún huele a él, es mi refugio. Sonrío.
Camino unos cincuenta metros más allá, y zambullo mis pies en la arena aún húmeda por el rocío de la mañana, sin embargo un sentir cálido invade todo mi cuerpo y me trae sensaciones conocidas que me saben a hogar.
El lago aún duerme bajo la mirada atenta del amanecer, lejos del bullicio de las gentes que lo habitaron tan sólo unas horas atrás.
Los pájaros ni tan siquiera han desplegado sus alas fuera de sus nidos. Hoy les he tomado la delantera.
El único ruido que escucho, es el crujido de las maderas del embarcadero debajo de las plantas de mis pies, en sintonía con el sonido de fondo de la banda sonora de mi vida, el rugido de las olas.
El agua me llama, y me acerco a tocarla tímidamente con mis pies. Y comienzo a caminar lentamente por la orilla, no hay prisa.
Levanto la mirada al cabo de unos minutos ensimismada con las pisadas grabadas en la arena, que abandonaron aqui sus dueños hace tan solo unas horas, imaginando sus vidas y construyendo una versión ficticia de todo lo que ayer pudo acontecer en la orilla de estas aguas calmadas; y le veo a lo lejos.
Allí está, sereno, saboreando una pieza de fruta y esperando a que me acerque, respetando mis tiempos. El sabe que no hay prisa. Y me hace un gesto distinguido por mí. Conozco cada uno de sus gestos, más de lo que él se imagina. No hacen falta las palabras. Y me dice con voz pausada “te estaba buscando y me he imaginado que estarías aquí”. Sonrío nuevamente. ¿Donde iba a estar si no?
¿Hay algún lugar mejor?
Un torrente de endorfinas recorren mi cuerpo. Y me siento feliz. Aquí y ahora me siento feliz.
La vida comienza cada día, con cada mañana, con cada amanecer.
Hay tantas oportunidades como días.
Nunca pude imaginar que la vida pudiera comenzar tantas veces…
Olivia de Prado. Acreditada como Psicóloga General Sanitaria por el Gobierno Vasco. Autorización Sanitaria del Gobierno Vasco Nº 48C.2.2.9753 Psicóloga Experta en Infertilidad y Reproducción Asistida. Psicóloga Especialista en Intervencion de la Ansiedad y el Estrés. Psicóloga Especialista en Salud Mental Perinatal. Psicóloga Especialista en Elaboración de Proccesos de DUELO. Sexóloga clínica. Miembro colegiado del Colegio Oficial de Psicólogos de Bizkaia. Psicóloga colegiada num. BI04350 Es miembro de la Sociedad Española de Fertilidad. Es miembro de la Sociedad Española de Psicología Perinatal.
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UN CORAZÓN ILUSIONADO.
Los tímidos rayos de sol atraviesan las rendijas por todas las esquinas. Aquí amanece temprano.
Me levanto casi sin hacer ruido, me visto y abro la puerta con sumo cuidado de no despertar a los que todavía duermen.
Bajo, los apenas tres peldaños que me llevan a poner los pies en la tierra del pinar.
El fresco de la mañana me cala hasta los huesos y me acurruco bajo la sudadera que aún huele a él, es mi refugio. Sonrío.
Camino unos cincuenta metros más allá, y zambullo mis pies en la arena aún húmeda por el rocío de la mañana, sin embargo un sentir cálido invade todo mi cuerpo y me trae sensaciones conocidas que me saben a hogar.
El lago aún duerme bajo la mirada atenta del amanecer, lejos del bullicio de las gentes que lo habitaron tan sólo unas horas atrás.
Los pájaros ni tan siquiera han desplegado sus alas fuera de sus nidos. Hoy les he tomado la delantera.
El único ruido que escucho, es el crujido de las maderas del embarcadero debajo de las plantas de mis pies, en sintonía con el sonido de fondo de la banda sonora de mi vida, el rugido de las olas.
El agua me llama, y me acerco a tocarla tímidamente con mis pies. Y comienzo a caminar lentamente por la orilla, no hay prisa.
Levanto la mirada al cabo de unos minutos ensimismada con las pisadas grabadas en la arena, que abandonaron aqui sus dueños hace tan solo unas horas, imaginando sus vidas y construyendo una versión ficticia de todo lo que ayer pudo acontecer en la orilla de estas aguas calmadas; y le veo a lo lejos.
Allí está, sereno, saboreando una pieza de fruta y esperando a que me acerque, respetando mis tiempos. El sabe que no hay prisa. Y me hace un gesto distinguido por mí. Conozco cada uno de sus gestos, más de lo que él se imagina. No hacen falta las palabras. Y me dice con voz pausada “te estaba buscando y me he imaginado que estarías aquí”. Sonrío nuevamente. ¿Donde iba a estar si no?
¿Hay algún lugar mejor?
Un torrente de endorfinas recorren mi cuerpo. Y me siento feliz. Aquí y ahora me siento feliz.
La vida comienza cada día, con cada mañana, con cada amanecer.
Hay tantas oportunidades como días.
Nunca pude imaginar que la vida pudiera comenzar tantas veces…
Olivia de Prado. Acreditada como Psicóloga General Sanitaria por el Gobierno Vasco. Autorización Sanitaria del Gobierno Vasco Nº 48C.2.2.9753 Psicóloga Experta en Infertilidad y Reproducción Asistida. Psicóloga Especialista en Intervencion de la Ansiedad y el Estrés. Psicóloga Especialista en Salud Mental Perinatal. Psicóloga Especialista en Elaboración de Proccesos de DUELO. Sexóloga clínica. Miembro colegiado del Colegio Oficial de Psicólogos de Bizkaia. Psicóloga colegiada num. BI04350 Es miembro de la Sociedad Española de Fertilidad. Es miembro de la Sociedad Española de Psicología Perinatal.
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