Olivia de Prado

“culpa vs responsabilidad”

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La culpa forma parte del día a día de muchas personas, lo que supone llevar una losa adherida a sus espaldas.

Quienes continuamente se sienten culpables por varias cuestiones al mismo tiempo, y que responden a perfiles sumamente perfeccionistas y obsesivos, se merecen poder transformar este concepto de culpa en responsabilidad, lo que les permitiría vivir con mayor flexibilidad y equilibrio emocional.

De lo contrario, estarían en un constante juicio, en el que buscan acusar a alguien de un daño que consideran irreparable. Ese “alguien” habitualmente son ellos mismos.

Si nos paráramos a pensar fríamente en ese perjuicio causado, seguramente en la mayoría de las ocasiones, podría ser reparado fácilmente, ya que no hay nada tan terriblemente grave que no se pueda subsanar. Es más el valor que le damos y la interpretación que hacemos, que la misma realidad.

Por tanto, es más beneficioso tratar la culpa con reparación del daño producido, que con el castigo (más bien penitencia).

El ser humano falla por naturaleza, errar forma parte de su ser, así pues, no penalicemos al que se equivoca con un castigo, sino busquemos una responsabilidad que nos proponga una sugerencia de mejora.

Para poder hacer este cambio y al mismo tiempo tratar de desprendernos de este sentimiento tan limitante, podríamos hacernos las siguientes preguntas:

Lo que he hecho ¿es justo?, ¿por qué lo es?, ¿exigiría a los demás que lo hicieran?…

¿Podría elegir actuar de otro modo?…

Mis actuaciones pueden influir en los demás, pero esa influencia, no es nunca definitiva. Cada cual es responsable de sus propios sentimientos ( simpre que se hable de adultos).

Por otro lado, la culpa nos limita en nuestra vida, porque nos frena, nos imposibilita hacer algunas cosas que desearíamos. Esta limitación sugiere que lo que subyace a la culpa es la tristeza, la rabia, la angustia, por no poder llevar a cabo nuestros deseos.

Una de las pacientes que atiendo actualmente en mi consulta, es una mujer que sufre Infertilidad y que está pasando por un proceso de Reproducción Asistida, con un importante desgaste emocional derivado de varios ciclos fallidos. Además de todo ésto, tiene otros factores estresantes, ya que está viviendo la enfermedad crónica e incapacitante de un familiar.

Esta persona posee sentimientos de culpa por no poder dedicarse a cuidar de su familiar como le gustaría, si su situación personal de infertilidad fuera diferente. Ya que siente la necesidad de cuidarse a sí misma, puesto que está bastante afectada a nivel emocional, con mucha ansiedad, mucha angustia y mucha tristeza mantenida en el tiempo, provocadas por ambas situaciones.

“no me puedo ir de cena, ni me puedo ir de viaje, mientras están así las cosas en casa”…

“me siento culpable cuando disfruto de algunas cosas, pensando que los demás están sufriendo, no me lo merezco, no se lo merecen…”

“no puedo apuntarme al gimnasio mientras estoy de baja laboral, porque si me ven mis compañeros de trabajo, van a pensar que soy una aprovechada”…

“si disfruto haciendo cosas, los demás pueden interpretar que realmente no estoy tan mal como para estar de baja laboral”…

La culpa está tan presente, que discurre entre sus pensamientos con gran ligereza y es capaz de quedarse instaurada como parte de su ser.

Se me ocurre, que tal vez, esta mujer podría disponer de unos días de vacaciones y de descanso, sin sentirse culpable, reparando ese tiempo que no ha compartido con su familiar enfermo, con otros momentos conscientemente intensos y de calidad.

Que quiero decir con esto, que a veces no es tanto la cantidad de tiempo que compartamos con nuestros seres queridos, como la intensidad o la conciencia plena de este tiempo. Puede ser poco, pero lo que sea, que sea vivido plenamente.

Podría, quizá, apuntarse a alguna actividad que le resulte gratificante, sin que ello suponga una autocrítica destructiva. La simple disposición de una vía de escape, y destinar momentos al propio bienestar, le permitirían gestionar favorablemente esa situación de ansiedad y tristeza por la que está transitando.

Llegados a este punto, podríamos agradecer a la “culpa”, perdón quise decir RESPONSABILIDAD, el crecimiento que ha posibilitado, al sustituir un sentimiento por otro.

Si crees que este post puede ayudar a otras personas, puedes compartirlo en las redes sociales.

Gracias por compartir.

Olivia de Prado

 

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“culpa vs responsabilidad”

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La culpa forma parte del día a día de muchas personas, lo que supone llevar una losa adherida a sus espaldas.

Quienes continuamente se sienten culpables por varias cuestiones al mismo tiempo, y que responden a perfiles sumamente perfeccionistas y obsesivos, se merecen poder transformar este concepto de culpa en responsabilidad, lo que les permitiría vivir con mayor flexibilidad y equilibrio emocional.

De lo contrario, estarían en un constante juicio, en el que buscan acusar a alguien de un daño que consideran irreparable. Ese “alguien” habitualmente son ellos mismos.

Si nos paráramos a pensar fríamente en ese perjuicio causado, seguramente en la mayoría de las ocasiones, podría ser reparado fácilmente, ya que no hay nada tan terriblemente grave que no se pueda subsanar. Es más el valor que le damos y la interpretación que hacemos, que la misma realidad.

Por tanto, es más beneficioso tratar la culpa con reparación del daño producido, que con el castigo (más bien penitencia).

El ser humano falla por naturaleza, errar forma parte de su ser, así pues, no penalicemos al que se equivoca con un castigo, sino busquemos una responsabilidad que nos proponga una sugerencia de mejora.

Para poder hacer este cambio y al mismo tiempo tratar de desprendernos de este sentimiento tan limitante, podríamos hacernos las siguientes preguntas:

Lo que he hecho ¿es justo?, ¿por qué lo es?, ¿exigiría a los demás que lo hicieran?…

¿Podría elegir actuar de otro modo?…

Mis actuaciones pueden influir en los demás, pero esa influencia, no es nunca definitiva. Cada cual es responsable de sus propios sentimientos ( simpre que se hable de adultos).

Por otro lado, la culpa nos limita en nuestra vida, porque nos frena, nos imposibilita hacer algunas cosas que desearíamos. Esta limitación sugiere que lo que subyace a la culpa es la tristeza, la rabia, la angustia, por no poder llevar a cabo nuestros deseos.

Una de las pacientes que atiendo actualmente en mi consulta, es una mujer que sufre Infertilidad y que está pasando por un proceso de Reproducción Asistida, con un importante desgaste emocional derivado de varios ciclos fallidos. Además de todo ésto, tiene otros factores estresantes, ya que está viviendo la enfermedad crónica e incapacitante de un familiar.

Esta persona posee sentimientos de culpa por no poder dedicarse a cuidar de su familiar como le gustaría, si su situación personal de infertilidad fuera diferente. Ya que siente la necesidad de cuidarse a sí misma, puesto que está bastante afectada a nivel emocional, con mucha ansiedad, mucha angustia y mucha tristeza mantenida en el tiempo, provocadas por ambas situaciones.

“no me puedo ir de cena, ni me puedo ir de viaje, mientras están así las cosas en casa”…

“me siento culpable cuando disfruto de algunas cosas, pensando que los demás están sufriendo, no me lo merezco, no se lo merecen…”

“no puedo apuntarme al gimnasio mientras estoy de baja laboral, porque si me ven mis compañeros de trabajo, van a pensar que soy una aprovechada”…

“si disfruto haciendo cosas, los demás pueden interpretar que realmente no estoy tan mal como para estar de baja laboral”…

La culpa está tan presente, que discurre entre sus pensamientos con gran ligereza y es capaz de quedarse instaurada como parte de su ser.

Se me ocurre, que tal vez, esta mujer podría disponer de unos días de vacaciones y de descanso, sin sentirse culpable, reparando ese tiempo que no ha compartido con su familiar enfermo, con otros momentos conscientemente intensos y de calidad.

Que quiero decir con esto, que a veces no es tanto la cantidad de tiempo que compartamos con nuestros seres queridos, como la intensidad o la conciencia plena de este tiempo. Puede ser poco, pero lo que sea, que sea vivido plenamente.

Podría, quizá, apuntarse a alguna actividad que le resulte gratificante, sin que ello suponga una autocrítica destructiva. La simple disposición de una vía de escape, y destinar momentos al propio bienestar, le permitirían gestionar favorablemente esa situación de ansiedad y tristeza por la que está transitando.

Llegados a este punto, podríamos agradecer a la “culpa”, perdón quise decir RESPONSABILIDAD, el crecimiento que ha posibilitado, al sustituir un sentimiento por otro.

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Gracias por compartir.

Olivia de Prado

 

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