“Entre el dolor y la nada, prefiero el dolor”
“Entre el dolor y la nada, prefiero el dolor”
William Faulkner
Los seres humanos para sobrevivir, necesitamos aire, alimento, agua, luz, calor …. y CARICIAS.
Una caricia es la mejor muestra de reconocimiento que una persona puede recibir.
Puede ser una caricia física, como un abrazo, un beso; o una caricia no física, como puede ser una mirada.
En condiciones normales, todos queremos y necesitamos caricias positivas, aquellas que nos permiten sentirnos bien, que nos permiten sentirnos queridos, protegidos, amados.
Aún las necesitamos más, si estamos pasando por una situación delicada, como una enfermedad, una pérdida, o cualquier mal momento en nuestra vida.
Es importante que, tanto nosotros, como las personas que tenemos a nuestro alrededor, sepamos lo que necesitamos de los demás, lo que necesitan los demás de nosotros, lo que nos pueden ofrecer, lo que les podemos ofrecer y cómo poder hacer todo esto.
Te propongo dedicar unos minutos a reflexionar sobre ello antes de continuar leyendo.
Para ello, es fundamental tener una buena comunicación, abierta, fluida y sincera. Esto, muchas veces cuesta, sobre todo, cuando uno no se encuentra bien anímicamente.
Generalmente pretendemos que el resto de personas que nos rodean se den cuenta de lo que necesitamos y entendemos que nos lo deberían aportar, así, sin más… pero la mayoría de las veces no ocurre de esta manera, por falta de comunicación o incluso por vergüenza…
¿Qué ocurre cuando no tenemos caricias positivas, de esas que nos gustan, de las buenas?
Cuando no tenemos caricias positivas, ponemos en marcha mecanismos inconscientes para obtener otro tipo de caricias, aunque sean negativas. Y, como actuan desde el subconsciente, no nos damos cuenta de ello.
Si supiéramos que estos mecanismos estan ejercienco un poder sobre nuestra forma de pensar, sentir y actuar, podríamos desarticular los principios con los que operan.
Te pondré un ejemplo;
“Imagínate que vas a hacer un viaje en avioneta a vivir una aventura al Sahara, pero por un fallo técnico se avería tu nave y te quedas perdida en medio del desierto. Entre tus enseres llevas una cantimplora de agua con 2 litros, pero al cabo de un par de días, se termina y te quedas sin una gota.
Empiezas a andar, buscando un poco de agua por alguna parte, y de pronto descubres un oasis donde hay gran un pozo de agua, pero en él se encuentra un animal muerto, en avanzado estado de descomposición, y entonces, tienes que decidir qué hacer, si beber del pozo o no beber, porque sabes que necesitas agua para sobrevivir.
Y valoras cómo está esa agua, que, de antemano sabes que no estará en buen estado; pero eres consciente de que, en caso de que no bebas, tarde o temprano podrías morir.”
¿Finalmente, beberías de esa agua putrefacta?
SI, ¡todos lo haríamos! Porque prefimos esa agua contaminada a la posibilidad de la muerte temprana, si no bebemos.
Lo mismo sucede con las caricias.
Es decir, cuando una persona no sabe cómo obtener caricias positivas (agua limpia), pone en marcha mecanismos inconscientes para obtener caricias negativas (agua turbia), que sabe no le harán bien, pero que las necesita.
A veces, las personas, cuando no están recibiendo lo que esperarían de alguien, sea su pareja, un amigo, un familiar, piden de la forma que sea las caricias que necesitan, a veces de formas poco adecuadas por ejemplo “montando un pollo, consigo por fin que me miren y entiendan que estoy realmente mal”. Esta actitud no es la más acertada, porque la consecuencia será generalmente, mal ambiente entre vosotros, y recibirás más reproches que abrazos, pero al menos, recibes algo de quien quieres que te mire (caricias negativas).
Como estarás evaluando, ésto no es nada sano, ni para ti, ni para la otra persona, ni para la relación que haya entre vosotros. Pero muchas veces no sabes cómo salir de ese circulo vicioso en el que has entrado.
Para poder desarticular los principios con los que operan estos mecanismos inconscientes, te ofrezco una alternativa más saludable emocionalmente.
En primer lugar, detectar si ésto es lo que te está ocurriendo a ti con alguien, y si es así tomar medidas. Podrías valorar la posibilidad de solicitar lo que precisas: “Necesito que me beses, que me abraces, que me mires, o simplemente que me des la mano, sin decir nada. Que yo pueda sentir que estás ahí”.
Con este único gesto, puedes cambiar mucho, yo diría que incluso todo.
Parece difícil, pero en realidad es una sola frase, sencilla, directa y sincera, que tiene consecuencias muy beneficiosas, como puede ser recibir este tipo de caricias que todos necesitamos. Las caricias positivas.
Si nada cambia, empieza por cambiar tú, porque seguidamente todo cambiará.
¿Cómo lo ves? ¿Qué te parece lo que te propongo? ¿Podrías intentarlo?
Si crees que este post puede ayudar a otras personas, puedes compartirlo en las redes sociales.
Gracias por compartir.
Olivia de Prado
“Entre el dolor y la nada, prefiero el dolor”
“Entre el dolor y la nada, prefiero el dolor”
William Faulkner
Los seres humanos para sobrevivir, necesitamos aire, alimento, agua, luz, calor …. y CARICIAS.
Una caricia es la mejor muestra de reconocimiento que una persona puede recibir.
Puede ser una caricia física, como un abrazo, un beso; o una caricia no física, como puede ser una mirada.
En condiciones normales, todos queremos y necesitamos caricias positivas, aquellas que nos permiten sentirnos bien, que nos permiten sentirnos queridos, protegidos, amados.
Aún las necesitamos más, si estamos pasando por una situación delicada, como una enfermedad, una pérdida, o cualquier mal momento en nuestra vida.
Es importante que, tanto nosotros, como las personas que tenemos a nuestro alrededor, sepamos lo que necesitamos de los demás, lo que necesitan los demás de nosotros, lo que nos pueden ofrecer, lo que les podemos ofrecer y cómo poder hacer todo esto.
Te propongo dedicar unos minutos a reflexionar sobre ello antes de continuar leyendo.
Para ello, es fundamental tener una buena comunicación, abierta, fluida y sincera. Esto, muchas veces cuesta, sobre todo, cuando uno no se encuentra bien anímicamente.
Generalmente pretendemos que el resto de personas que nos rodean se den cuenta de lo que necesitamos y entendemos que nos lo deberían aportar, así, sin más… pero la mayoría de las veces no ocurre de esta manera, por falta de comunicación o incluso por vergüenza…
¿Qué ocurre cuando no tenemos caricias positivas, de esas que nos gustan, de las buenas?
Cuando no tenemos caricias positivas, ponemos en marcha mecanismos inconscientes para obtener otro tipo de caricias, aunque sean negativas. Y, como actuan desde el subconsciente, no nos damos cuenta de ello.
Si supiéramos que estos mecanismos estan ejercienco un poder sobre nuestra forma de pensar, sentir y actuar, podríamos desarticular los principios con los que operan.
Te pondré un ejemplo;
“Imagínate que vas a hacer un viaje en avioneta a vivir una aventura al Sahara, pero por un fallo técnico se avería tu nave y te quedas perdida en medio del desierto. Entre tus enseres llevas una cantimplora de agua con 2 litros, pero al cabo de un par de días, se termina y te quedas sin una gota.
Empiezas a andar, buscando un poco de agua por alguna parte, y de pronto descubres un oasis donde hay gran un pozo de agua, pero en él se encuentra un animal muerto, en avanzado estado de descomposición, y entonces, tienes que decidir qué hacer, si beber del pozo o no beber, porque sabes que necesitas agua para sobrevivir.
Y valoras cómo está esa agua, que, de antemano sabes que no estará en buen estado; pero eres consciente de que, en caso de que no bebas, tarde o temprano podrías morir.”
¿Finalmente, beberías de esa agua putrefacta?
SI, ¡todos lo haríamos! Porque prefimos esa agua contaminada a la posibilidad de la muerte temprana, si no bebemos.
Lo mismo sucede con las caricias.
Es decir, cuando una persona no sabe cómo obtener caricias positivas (agua limpia), pone en marcha mecanismos inconscientes para obtener caricias negativas (agua turbia), que sabe no le harán bien, pero que las necesita.
A veces, las personas, cuando no están recibiendo lo que esperarían de alguien, sea su pareja, un amigo, un familiar, piden de la forma que sea las caricias que necesitan, a veces de formas poco adecuadas por ejemplo “montando un pollo, consigo por fin que me miren y entiendan que estoy realmente mal”. Esta actitud no es la más acertada, porque la consecuencia será generalmente, mal ambiente entre vosotros, y recibirás más reproches que abrazos, pero al menos, recibes algo de quien quieres que te mire (caricias negativas).
Como estarás evaluando, ésto no es nada sano, ni para ti, ni para la otra persona, ni para la relación que haya entre vosotros. Pero muchas veces no sabes cómo salir de ese circulo vicioso en el que has entrado.
Para poder desarticular los principios con los que operan estos mecanismos inconscientes, te ofrezco una alternativa más saludable emocionalmente.
En primer lugar, detectar si ésto es lo que te está ocurriendo a ti con alguien, y si es así tomar medidas. Podrías valorar la posibilidad de solicitar lo que precisas: “Necesito que me beses, que me abraces, que me mires, o simplemente que me des la mano, sin decir nada. Que yo pueda sentir que estás ahí”.
Con este único gesto, puedes cambiar mucho, yo diría que incluso todo.
Parece difícil, pero en realidad es una sola frase, sencilla, directa y sincera, que tiene consecuencias muy beneficiosas, como puede ser recibir este tipo de caricias que todos necesitamos. Las caricias positivas.
Si nada cambia, empieza por cambiar tú, porque seguidamente todo cambiará.
¿Cómo lo ves? ¿Qué te parece lo que te propongo? ¿Podrías intentarlo?
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Gracias por compartir.
Olivia de Prado