Olivia de Prado

“Sostener el dolor ajeno tiene un por qué y un para qué.”

“Sostener el dolor ajeno tiene un por qué y un para qué.”

 

Me paso gran parte de mi día hablando de dolor, de sufrimiento y desilusión.

Escucho palabras tristes, presencio lágrimas, que lejos de hundirme, me hacen más fuerte. Porque me ayudan a colocar, a relativizar.

A veces los que me conocen me preguntan “¿Cómo puedes evitar contaminarte de todo ese dolor?”

Y creo que, en cierta medida, algo se viene conmigo, y, a ratos, os pienso, “qué será de …”, “ cómo le habrá ido a…”, es inevitable… formáis parte de mi día a día. Os abrís en canal y os metéis en mi casa y en mi corazón todos los días.

Hoy por la tarde estaba sentada en la grada de la piscina, viendo a mi hija nadar, y cuando salía del agua y ella me buscaba con la mirada, yo le hacía con los pulgares , queriendo decirle “lo estás haciendo muy bien”, y entonces me devolvía una sonrisa. Ese simple gesto me hacía sentir tan afortunada, que casi casi me daban ganas de llorar.

En un momento de mi vida necesité ser vista, necesité sentirme sostenida, entendida, respetada y eso me llevó a querer sostener yo también, porque entendí lo que significa en esos momentos.

Creo que nuestro dolor nos enseña el camino para sanar.

A todos nos marca el camino un acontecimiento en nuestra vida. Siempre hay un por qué, pero sobre todo un para qué.

Ahora dedico mucho de mi tiempo a acompañar procesos. Dentro de la consulta y fuera de ella. Mi instinto no descansa…

Creo que esa es mi esencia.

Para qué lo hago?

No solo porque me hace sentir bien ayudar a sostener el dolor, sino para colaborar con lo que puedo en mejorar la vida de algunas personas.

Hacerlo no es una necesidad, es una elección.

Estudié para ello durante muchos años, los años de carrera, másters, postgrados, y dedico mucho tiempo a formarme para mejorar cada día.

Gracias por querer que os acompañe en los momentos delicados de vuestras vidas. Me produce una inmensa satisfacción poner mi granito para mejorar vuestras vidas ofreciendo un poquito de luz en los momentos de oscuridad.

Ojalá poder llegar a todas, pero siempre hay un límite; el que me permite también vivir mi vida con los que quiero, con los que elijo.

Gracias por confiar en mi.

Busca tu “para qué”, dará un nuevo sentido a tu proceso.

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“Sostener el dolor ajeno tiene un por qué y un para qué.”

“Sostener el dolor ajeno tiene un por qué y un para qué.”

 

Me paso gran parte de mi día hablando de dolor, de sufrimiento y desilusión.

Escucho palabras tristes, presencio lágrimas, que lejos de hundirme, me hacen más fuerte. Porque me ayudan a colocar, a relativizar.

A veces los que me conocen me preguntan “¿Cómo puedes evitar contaminarte de todo ese dolor?”

Y creo que, en cierta medida, algo se viene conmigo, y, a ratos, os pienso, “qué será de …”, “ cómo le habrá ido a…”, es inevitable… formáis parte de mi día a día. Os abrís en canal y os metéis en mi casa y en mi corazón todos los días.

Hoy por la tarde estaba sentada en la grada de la piscina, viendo a mi hija nadar, y cuando salía del agua y ella me buscaba con la mirada, yo le hacía con los pulgares , queriendo decirle “lo estás haciendo muy bien”, y entonces me devolvía una sonrisa. Ese simple gesto me hacía sentir tan afortunada, que casi casi me daban ganas de llorar.

En un momento de mi vida necesité ser vista, necesité sentirme sostenida, entendida, respetada y eso me llevó a querer sostener yo también, porque entendí lo que significa en esos momentos.

Creo que nuestro dolor nos enseña el camino para sanar.

A todos nos marca el camino un acontecimiento en nuestra vida. Siempre hay un por qué, pero sobre todo un para qué.

Ahora dedico mucho de mi tiempo a acompañar procesos. Dentro de la consulta y fuera de ella. Mi instinto no descansa…

Creo que esa es mi esencia.

Para qué lo hago?

No solo porque me hace sentir bien ayudar a sostener el dolor, sino para colaborar con lo que puedo en mejorar la vida de algunas personas.

Hacerlo no es una necesidad, es una elección.

Estudié para ello durante muchos años, los años de carrera, másters, postgrados, y dedico mucho tiempo a formarme para mejorar cada día.

Gracias por querer que os acompañe en los momentos delicados de vuestras vidas. Me produce una inmensa satisfacción poner mi granito para mejorar vuestras vidas ofreciendo un poquito de luz en los momentos de oscuridad.

Ojalá poder llegar a todas, pero siempre hay un límite; el que me permite también vivir mi vida con los que quiero, con los que elijo.

Gracias por confiar en mi.

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